Enekoitz Aguirre,
Historia del Arte
En julio de 2015, tras acabar la carrera de Historia del Arte en la UPV, decidí irme a Londres una semana a ver todos los museos de los que tanto nos habían hablado en clase. No tenía dinero para pagar seis noches en un hostal y me puse a investigar otras opciones. Fue así como descubrí Couchsurfing. Me registré en la web y envié cartas individuales a los anfitriones, pero ninguno daba respuesta. Tuve la suerte de que en el último momento me escribió Gareth, un chico galés interesado en aprender lenguas minoritarias. Él había tomado clases de euskera en Londres, pero quería perfeccionar el idioma. Fue así como me dediqué a ir a la National Gallery por las mañanas y a dar clases de euskera por las tardes.
Aplicar en Couchsurfing (y que te acepten) es un proceso exigente. Hay muchas personas en tu misma situación y quizá con intereses más afines al anfitrión. Es por esto que tienes que dedicarle tiempo, sobre todo al escribir la carta al anfitrión. En esta es esencial explicar que buscas aprender del otro y qué puedes aportar tú. Esto se justifica al 100% pues sin un verdadero intercambio la experiencia como couchsurfer pierde el sentido.
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